Fuegos artificiales

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Los espectáculos pirotécnicos eran muy habituales en la comarca y, como norma general, se convertían en el evento que ponía fin a las fiestas patronales, en medio de una explosión de ruido y color.
En algunos municipios como en Ayerbe o Gurrea de Gállego, se celebraba el “toro de fuego”. Consistía en un armazón metálico al que se le acoplaban unas patas y una cabeza. A los lados se colocaban unas varillas para poner los petardos y, junto a la cabeza, una ruleta que giraba y lanzaba chispas. El toro de fuego lo llevaba un mozo que metía la cabeza en el hueco que queda en el interior del toro, apoyando sus hombros en el armazón. Este solía ir protegido para no quemarse y era guiado por otros mozos de pueblo que le indicaban el camino. Todavía hoy se sigue celebrando en muchas localidades.